Esporádicamente te pienso, cuando el silencio se postra en mis brazos y el viento susurra tu nombre. Suspendida en el aire fresco, me espantan los secretos que encadenan mis ojos… te veo. Una punzada aprieta mi alma, y murmuro “ cuanto te extraño”.
Ahogo mis llantos en el delirio de tu llegada. Despido mis pensamientos, suelto mis ganas. Tiemblo estremecida, mojada en la angustia que desnuda los besos que me regalaste. Impregnados en mi cuerpo, arden con los recuerdos.
En medio de este desahogo, entiendo que más allá del vinculo que nos unía, nos separaba el miedo de perdernos… Irónica es la realidad ahora, que al final, sí nos perdimos.
©C. Feliciano-Avilés, 2015