Lucía

Lucia se mira al espejo, desnuda a plena luz del alba.

Los rayos de sol revelan la falta de sueño debajo de sus ojos,

así como la deshidratación en sus labios.

Se mira las líneas de expresión,

ya marcadas por el tiempo,

que no perdona o muestra piedad.

Pasa sus dedos por la piel reseca de sus mejillas,

descubriendo manchas nuevas

por el azote del sol de medio día.

De pronto, encuentra su mirada en el reflejo del espejo.

Allí está su verdad,

masticada en medio de un pasmoso silencio.

La despilfarra por el aire,

despreocupada, pues aún, todos duermen.

Como si el mundo fuese sólo de ella,

se permite explorar caminos ya recorridos,

incendios de fuego y témpanos de hielo,

otros quebrados y reconstruidos.

Visita versiones del pasado,

interactúa con ellas,

recordando vividamente,

llantos y risas.

Luego de un buen rato,

la gente comienza a despertar.

Lucia se despide con una sonrisa melancólica

y abre la caja de secretos

para volverlos a esconder,

hasta la próxima vez.

Se tira agua al rostro para hidratarla un poco.

Se pone cremas y empolva su cutis,

para cubrir su historia.

Pinta sus pómulos, sus labios y sus pestañas.

Encuentra sus ojos en el espejo por última vez y sonríe,

con el pecho inflado,

y mariposas en el estómago.

©C. Feliciano-Avilés, 2021

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Fantasma

Te escucho en la melodía de aves matutinas, y en el roce del viento entre hojas.

Te veo pintado en el alba de mis jóvenes días…

Y según me desvanezco por esta melancolía, siento el fantasma de ti, muy cerca de mi.

Olvido respirar, al palpar cicatrices que nunca cerraron…

Entonces permanezco,

en ese inmenso segundo, sintiendo todo y nada. Espero… y espero…

Pasa, y desvaneces.

-C. Feliciano-Aviles, 2020

Quimera

«A Graceful Pause» por: Anton Surkov

Te escucho exasperado ¿Qué sucede? 

Ven, descuartiza las barreras que te impiden llegar a mis brazos. 

Deja que la lluvia ahuyente los miedo que te atan a lagunas de incertidumbre. 

Ven y acércate al efímero recuerdo del día en el que nos conocimos. 

A que sientes lo mismo, 

me lo dice el lustro de tus ojos. 

Inclínate un poco más,

 divaga por mi cuerpo, 

reconoce tus huellas, 

regresa.

Ven y apaga la luz. 

Cierra los ojos, 

Deja que tus ojos te guíen

por fuegos artificiales

Ven y dame un beso…

de esos que trazan quimeras en el espacio

Y encarcelan palabras enjuiciadas. 

Ven, 

no te vayas. 

©C. Feliciano-Avilés, 2020

El encuentro

Fotografía por: Alen Hunjet

Camino por los pasadizos angostos y tenebrosos… esos que tantas veces me han advertido no cruzar. Pero, tengo la urgencia de hacerlo. Mi intranquilidad despierta locura. Corro desesperada, llevándome por el medio los recuerdos que flotan en el aire como dardos que terminan en mi corazón.

Ignoro mis fragmentos, continúo, sin aire. Busco el monstruo que me sigue en la madrugada, busco el lector de mis pesadillas, el que me respira en el rostro y me paraliza.

Lo encuentro mirándome desde las llanuras de mis emociones. Me detengo frente a él, dispuesta a desterrarlo de este lugar… mí lugar.

Sus ojos me atemorizan, mis piernas tiemblan de miedo y pronto no puedo controlar mi cuerpo. Pero… no importa.

Grito su nombre, y resplandece el mapa que esconde mis destruidos anhelos y ahi estaba… la razón de mis desvelos.

Paso por las praderas de rosas congeladas y siento sostener sobre mis dedos, las sonrísas que alguna vez decoraron mi sueño.

Me percato de que me desangro ante la cascada de sangre que baja por mis piernas. No existe aire en el pasado, y ya mis yagas están muy abiertas.

Cierro mis ojos, despido el monstruo y regreso.

«De esas cosas que nunca se olvidan, hay muy pocas»

-C. Feliciano-Avilés, 2020

Solo espero

 

 

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Verte en mis sueños,

es como caminar por la cúspide de mis ilusiones,

para lanzarme sin paracaídas al incógnito olvido.

Permitirme recordarte,

es invitar la efervescencia a tocar piezas musicales en mi cuerpo,

que a fin de cuenta descubren mis grietas.

Vestigios de su pasión pulverizan mi aire,

tirándome al suelo.

En silencio llora mi cuerpo,

mis recuerdos, mi sentir.

Me pesa tu amor, apenas me muevo, apenas camino.

Y en este intento por encontrar sosiego,

me pierdo en un cielo estrellado.

Observo con detenimiento y espero.

Solo espero.

 

©C. Feliciano-Avilés, 2018

 

 

La noche que nos conocimos

 

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La noche que nos conocimos

La noche se viste de estrellas, iluminando el incognito sendero.

Camino en silencio, bañada de armonía.

Deliberadamente me incorporo a todo lo que vive,

            y mi cuerpo comienza a bailar.

Cierro los ojos y me dejo llevar.

Me acerco al mar en una danza que me hace flotar,

y permito que mi cuerpo sienta frío.

Se da un súbito encuentro

entre nuevas emociones y mis sentidos

 Me emborracho de euforía,

se abre el cielo

y una luz muy brillante

abraza cada fibra de mí.

Somos estrellas fugaces en colisión.

©C. Feliciano-Avilés, 2018

Luz

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Y después de tantas tormentas

un día despiertas en silencio

miras el cielo y sonríes genuinamente,

porque sabes que estás disfrutando

 el aire de la mañana.

 

La energía revitalizante del sol

es absorbida por tus poros

y sin mucho esfuerzo te incorporas en un puro presente

para conocer tu nueva y más reciente versión.

 

Celebras un breve reencuentro

con tus nuevos sueños y esperanzas.

Te llenas de ánimo,

pues ya no sientes miedo

de decirle adiós.

©C. Feliciano-Avilés, 2018

Estropicio

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Estropicio ©

Guarda las manecillas que cargas, que no sirven. ¿No ves? Aquí el tiempo ni viene ni demanda. Siéntate delante del espejo a ver si tienes suerte y encuentras de quien son los ojos que te miran. Llena los ceniceros de oraciones a ver si alguien te escucha. Quédate adentro, no salgas…

Te anda buscando un estrepitoso rostro que jura juzgarte, que promete arrastrarte al último abismo. Adelántate a la mazmorra, imagina que vuelas, duerme sobre esperanzas vacías, quizás se llenen de aire.

Y el día que te canses,

el día que decidas caminar sobre la tormenta,

no me olvides.

 

Imagen: http://photocollection.tk/ocean-storm-at-night/

©C. Feliciano-Avilés, 2016

Me detengo

«Me detengo» ©

Camino cada vez mas lento,
incluso cuando ejerzo más fuerza.

Intento insaciablemente desatarme,
de estos brazos que me amarran.

Recordar se vuelve un duelo en el que pierdo.
Los mundos se alinean,
y ya no puedo discernir entre lo que es real y mental.

En tu ausencia no me encuentro.
Sólo me queda pensar en ti ,
y cada vez duele más.

Mientras más te busco en los escombros de tu rastro,
crece la distancia entre nosotros.

Recordarte es todo lo que tengo.
Para cuando siento que la locura merma,
corro en contra de la corriente,
tratando de olvidarte así olvide quien solía ser.

Pero no,
me arrastra el pensamiento,
tus ojos, tu sonrisa.
Entonces,
me detengo.

 

-Camila Cristal Feliciano Avilés

Nunca más

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Nunca más 

Encuentro tus ojos entre la multitud, me siguen.

Tu presencia asfixia mis pensamientos.

Apretándome el pecho, intento conseguir aire,

aterrada del efecto que ejerces sobre mí.

Te acercas, me miras y me destruyes.

Respiro incontrolablemente,

Mis manos sudan,

Y veo…

Imágenes de previos encuentros.

Llueve ansiedad sobre mí,

se reafirma la lucha interna entre el deseo y mi consciencia,

que no manda ahora, aquí.

Cólera revienta en mi cabeza,

por una realidad que no tiene lógica.

¿Porqué respondo, porque siento?

Dolerá, perderé y mientras tanto… te acercas.

Se me sale el corazón, no lo aguanto…

Pronto estas tan cerca,

respiro tu aliento,

Siento tus labios.

Tu perfume se adhiere en mi piel,

Poniendo en peligro mi cordura.

Me miras nuevamente y siento perderme.

Miserable alma parezco,

Dependiente de tus besos.

Me dejo seducir, morí.

Atrévete a besarme, o lo hare yo, pronto, ahora.

¿Te beso entonces o me besaste tú?

Me desespero, me elevo.

Tocas mi cabello y me besas el cuello,

respiro bruscamente, ya no me sostengo.

Me tiemblan las piernas, caigo en tus brazos.

Me arrastras al muro oscuro,

me desnudas con tu boca,

emergen sollozos placenteros,

nos dominamos, nos amamos.

Se dilatan mis pupilas con cada mordida,

me interpongo entre tu supremacía,

tirándote al suelo tras un baile seductor,

recupero mi confianza.

Te pierdes en mis ojos,

te beso a medias,

tu cuerpo hierve.

Me siento entre tus piernas, para disfrutar mi venganza.

Jugamos a sentir placer,

actuamos a amar olvidando que amamos de verdad.

Me adviertes que me rinda,

solo por pánico a obsesionarte,

a desearme demasiado,

a añorar tenerme entre tus brazos,

a no poder olvidar mi cuerpo.

Me rindo,

no puedo,

me hundí, me confundí,

caí en el limbo,

no respondo, no regreso.

No me dices nada.

Perdimos ambos,

resurgió el fulgor,

no se apagó, no murió.

La noche restante

conté gestos de amor.

Cuerpos desnudos bailaron,

la danza de novatos amantes,

y ya más nunca se despidieron.

©C. Feliciano-Avilés, 2014