Te escucho en la melodía de aves matutinas, y en el roce del viento entre hojas.
Te veo pintado en el alba de mis jóvenes días…
Y según me desvanezco por esta melancolía, siento el fantasma de ti, muy cerca de mi.
Olvido respirar, al palpar cicatrices que nunca cerraron…
Entonces permanezco,
en ese inmenso segundo, sintiendo todo y nada. Espero… y espero…
Pasa, y desvaneces.
-C. Feliciano-Aviles, 2020