El encuentro

Fotografía por: Alen Hunjet

Camino por los pasadizos angostos y tenebrosos… esos que tantas veces me han advertido no cruzar. Pero, tengo la urgencia de hacerlo. Mi intranquilidad despierta locura. Corro desesperada, llevándome por el medio los recuerdos que flotan en el aire como dardos que terminan en mi corazón.

Ignoro mis fragmentos, continúo, sin aire. Busco el monstruo que me sigue en la madrugada, busco el lector de mis pesadillas, el que me respira en el rostro y me paraliza.

Lo encuentro mirándome desde las llanuras de mis emociones. Me detengo frente a él, dispuesta a desterrarlo de este lugar… mí lugar.

Sus ojos me atemorizan, mis piernas tiemblan de miedo y pronto no puedo controlar mi cuerpo. Pero… no importa.

Grito su nombre, y resplandece el mapa que esconde mis destruidos anhelos y ahi estaba… la razón de mis desvelos.

Paso por las praderas de rosas congeladas y siento sostener sobre mis dedos, las sonrísas que alguna vez decoraron mi sueño.

Me percato de que me desangro ante la cascada de sangre que baja por mis piernas. No existe aire en el pasado, y ya mis yagas están muy abiertas.

Cierro mis ojos, despido el monstruo y regreso.

«De esas cosas que nunca se olvidan, hay muy pocas»

-C. Feliciano-Avilés, 2020

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Penélope: Detrás de la mirada

 

 

hidden-deep-meanings-illustrations-destinyblue-14-5982dcedc3928-jpeg__700©2014-2017 DestinyBlue/ https://destinyblue.deviantart.com/art/Grow-Again-484169166

 

Penélope: Detrás de la mirada

Una sonrisa promete enmascarar la pesadumbre que acompaña mis días. Palabras vacías son lanzadas al aire, con la esperanza de ser escuchadas por alguien que realmente entienda como se siente cuando no queda nada, cuando la fe es consumida por heridas que no paran de sangrar. Llantos no cesan y tampoco alivian. Y todo un mundo parece derrumbarse encima de mis hombros. ¿Qué se hace con el tiempo que no regresa, ni perdona ni cambia las condiciones? ¿Qué se hace con un corazón que ni quiere ni puede?

Y en el remoto silencio, escucho una voz interna, muy suave y moribunda que pide a gritos estallar, que pide sentir algo más que las ruinas de una realidad en la que vivo. Sin embargo, una luz muy tenue, moribunda, alumbra con poco destello en la peor de las tinieblas. La sigo, con pies hechos pedazos, de tanto caminar por pedruscos. Intento resistir, intento respirar… Y cuando emerge el alba, recojo mis lágrimas, guardo mi quebranto detrás de una mirada.

©C. Feliciano-Avilés, 2017

Penélope: Tiempo

La briza de una larga noche despeja sus pensamientos, aquellos que viajaban por cicatrices muy abiertas. Fantasmas del pasado la acechan, deshilando la esperanza que tanto le cuesta construir.

Sus pasos la llevan al Sicómoro de las sombras, ese que tanto promete esconderla.

Penélope trepa el árbol deliberadamente. Sus ojos no parpadean, hipnotizados por el brillo de las estrellas que se ven desde la copa del árbol. Su cuerpo se rinde en las ramas más gruesas. Un silencio sepulcral le susurra en el oído. Entonces, se vulnerabiliza.

Tiempo, que tanto me arrastras hasta andar a tu paso. Dame un segundo de aliento. Me derrito mientras duermo. Déjame descansar ahora, despeja mis sobras.”

©C. Feliciano-Avilés, 2017

Estropicio

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Estropicio ©

Guarda las manecillas que cargas, que no sirven. ¿No ves? Aquí el tiempo ni viene ni demanda. Siéntate delante del espejo a ver si tienes suerte y encuentras de quien son los ojos que te miran. Llena los ceniceros de oraciones a ver si alguien te escucha. Quédate adentro, no salgas…

Te anda buscando un estrepitoso rostro que jura juzgarte, que promete arrastrarte al último abismo. Adelántate a la mazmorra, imagina que vuelas, duerme sobre esperanzas vacías, quizás se llenen de aire.

Y el día que te canses,

el día que decidas caminar sobre la tormenta,

no me olvides.

 

Imagen: http://photocollection.tk/ocean-storm-at-night/

©C. Feliciano-Avilés, 2016

Ultimo día

Ultimo día

 

La tormenta gemía como un niño furioso. Las nubes cubrían el panorama, no podía ver nada. Busqué desesperadamente sus ojos. Corrí y corrí por cada rincón, por cada sombra, por cada mirada…. pero no estaba. Pensar que lo perdía me hacia olvidar quien era yo. El frío me daba golpes, me tiraba al suelo. Muy deprisa pensaba que debía encontrarlo. Un celaje me hipnotizó en un momento. Brinqué muy alto por el risco que amenazaba con quitarme la vida. Caí de rodillas y mis piernas no volvieron a responder. Me arrastré por la tierra hasta que mis brazos murieron. Miraba al cielo para verlo a él, pero en ninguna parte se encontraba.

Recordé su sonrisa, sus palabras, sus ojos al encontrar los míos. No pude llorar, no pude respirar. Nunca le dije que lo amaba, no podía morir así, aquí… sin decirle.

Me arrastro un poco más hasta encontrar una enorme piedra que funcionó como mi espaldar. En mi bolsillo había una caja de fósforos. Me quité la blusa, casi desnuda… al borde del suicidio. Escribí con fósforos quemados, las letras que provocarían paz a mi muerte. Lo escribí. Manchando la blusa  me percaté de que mis piernas estaban cubiertas de sangre. Estaba muriendo, estaba sucediendo. Realmente este era mi final

No sentí miedo, no pensé en dolor. Mis últimas lágrimas lo recordaron… Que suerte tuve de vivir. Lloré. Finalmente lloré al pensar que siempre lo tuve todo. Lo amaba tanto que dolía pero valía la pena. Siempre.

El aire se hizo muy frio, se me dificultaba atender mis sentidos. Se me cerraban los ojos, se encogía el mundo. Comprendí todo. Realmente lo amé.

Una sonrisa muy genuina despidió la vida que yacía en mí, con las palabras en labios que nunca le dije y le pertenecían…

Te…. amo.

©C. Feliciano-Avilés, 2016

Desafio ©

Desafío

Ignoras la voz que emerge de tus pensamientos cuando gritan su nombre. Retas tus emociones a olvidar el rostro que estremece hasta tus pies. Sueñas con ella, y solo en tu delirio te permites amarla libremente. Silencias tus palabras para que rostros ajenos no juzguen tu juicio. Guardas sosiego en las noches, con temor de que te escuchen sollozar su nombre, pero…

Aunque luches sigue siendo el arma capaz de reventar tu alma.

El sol despierta, revitalizando tu esencia. La ves, se encuentran, te paralizas entre el va y ven de la multitud ajorada. Te desprendes del mundo, trasciendes. Las voces se callan. La armadura ardua se desliza, caen en el suelo tus miedos, te pierdes.

Tan cerca, más cerca… Su pecho roza el tuyo, danzan palpitaciones al mismo andar. Tiemblan tus piernas, es tu vulnerabilidad y tu la de ella. Te desnuda el alma sutilmente. Te corresponde, toca tu rostro en un electrizante momento. Dentro de la locura te hace sentido. Decides que es correcto. Te inclinas a ella, sientes su aroma, te hipnotiza, te fragmenta. A unos metros de sus labios te detienes por la poca Fortaleza que yace en ti y murmullas que se detenga. Te frisas conteniendo las ganas.

Lagrimas emergen, ambos lloran sin despegarse. “Solo un momento más” piensas antes de despedirte. Se enaltecen tus emociones, luchan en tu contra, se desatan cadenas, quebrantan reglas, se rompen los esquemas y te lanzas lentamente a sus labios, la besas… me besas.

– Camila Cristal FA

Mí misma

Mí misma. ©

“Lo piensas demasiado”

No lo puedo evitar

 

Si puedes, olvídalo.

Yo lo quiero

 

Yo también, pero el amor nos esta consumiendo. Se hace desierta el alma y ya nadie puede entrar.

No quiero a mas nadie.

¿Tu no me quieres?

Si…

 

Hazme un favor entonces, demuéstralo. Renuncia a él y quiéreme más a mi, protégeme que soy yo quien estará contigo siempre.

Por ti, lo hare. Así me arranque el corazón.

 

Apaga las emociones, déjalo ir y cuando regrese… desaparece.

¿Desaparecer? ¿Segura?

 

Si, por que con mirarlo a los ojos caeremos y si nos está destruyendo, tenemos que retirarnos con dignidad y cuidarnos, siempre cuidarnos.

Apagar nuestras emociones, como sentir un vacío muy denso que no nos consuma, que no moleste… Seria fantástico no volver a sentir.

 

Seria magnifico. Pero es imposible.

¿Y si soñamos con él, como anoche?

 

Despertamos, suspiramos y seguimos caminando.

¡Pero eso nos va a doler!

 

Y mucho, pero no podemos hacer nada.

Como nos metimos en esto… Que terrible.

 

Tranquila, determinación nos hará fuerte. Toma mi mano, caminaremos juntas.

Apaguemos nuestras emociones.

 

No sentiremos nada, vamos a “creerlo”.

Ahora.

 

Perdimos los dos

Perdimos los dos

Encuentro tus ojos entre la multitud, me siguen. Apretándome el pecho, intento conseguir aire, convencida del efecto que tienes sobre mí. Lucho por expulsarte de mis pensamientos. En lo que consigo recomponer mi postura te acercas a mí, con una única mirada penetrante que me seduce en todos los sentidos. Respiro incontrolablemente, siento calor, comienzo a sudar y muy en el fondo de los rincones de mis recuerdos se pasean imágenes de encuentros previos; llueve ansiedad sobre mí, se reafirma la lucha interna entre mi deseo y mi consciencia que no manda ahora, aquí.

Sé que dolería, se que perdería y mientras tanto te acercas, se reúnen ráfagas de latidos alocados, se me sale el corazón, no lo aguanto… no quepo dentro de mi cuerpo, quisiera emerger.

Pronto estas tan cerca que puedo respirar tu aliento, casi siento tus labios. El perfume que te presenta se adhiere en mi piel como recuerdo de que no eres una alucinación. Me miras nuevamente y siento perderme, me vuelvo una miserable alma dependiente de tu presencia, me dejo seducir, morí.

Atrévete a besarme, o lo hare yo, pronto, ahora. ¿Te beso entonces o me besaste tú? Comienza el juego de besos desesperados, me elevo. Tocas mi cabello y me besas el cuello, respiro bruscamente, ya no me sostengo. Me tiemblan las piernas, caigo en tus brazos. Pronto se desatan corajes intensos, te pego, te beso por ser mi dicha y desdicha.

Me arrastras al muro oscuro, me desnudas con tu boca, emergen sollozos placenteros, nos dominamos, nos amamos. Se dilatan mis pupilas con cada mordida, me interpongo entre tu supremacía, tirándote al suelo tras un baile seductor… recupero mi confianza. Te pierdes entonces en mis ojos, te beso a medias, tu cuerpo hierve. Me siento entre tus piernas solo para disfrutar mi venganza. Jugamos a sentir placer, actuamos a amar olvidando que amamos de verdad.

Me adviertes que me rinda, solo por pánico a obsesionarte, a desearme demasiado, a añorar tenerme entre tus brazos, a no poder olvidar mi cuerpo. No me rindo, no puedo, me hundí, me confundí, ya no es venganza, caí en el limbo, no respondo, no regreso.

No me dices nada, deje de pensar en palabras. Perdimos los dos, resurgió el fulgor, no se apago, no murió. La noche restante continúo cantando gestos de amor… Cuerpos desnudos bailaron entre sí, la danza de novatos amantes y ya más nunca se despidieron.

 

©C. Feliciano-Avilés, 2014

«En tus sueños»

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«The Dream»/ Pastel de tiza

“En tus sueños” ©

Un celaje muy vivo sigue mis pasos por esta casa vacía. No temo. Decido dormir para sentirlo, se adueña de mi tiempo. A la misma hora posa detrás de mi espalda, se siente frio su tacto. Mi piel se eriza, callo el pensamiento convencida de que hay cosas inexplicables en la vida. Se que no estoy sola, está a mi lado.

 

“Vivo en un silencio impávido, esperando a que hables.” Susurro en el aire, esperanzada de escuchar algo… Nada.

 

Suena el agua del rio, en las afueras de la casa. Me percato de que la puerta esta abierta y salgo. Un remolino muy fuerte de hojas arrastradas por el viento, amarró mi cuerpo en el centro. Cubrí mis ojos y sentí.

 

“¿Cuando me dejarás verte?” digo.

 

Intento abrir mis ojos pero una fuerza externa me lo prohíbe. No lucho, acepto y me dejo llevar. Sutilmente se fue, todo cesó. Por cinco días corridos no sentí nada, se había ido, me había dejado. En mi desesperación por encontrarlo, rendí mi cuerpo cansado, era de noche… cerré mis ojos.

 

Luz, regresan los rayos de sol a la habitación. Miro mi alrededor y me percato de un trozo de papel colgado de la ventana. Me detengo a mirarlo bailar con el soplo del viento, no me muevo. Intento levantarme pero me encuentro exhausta. No lucho más. Todo se vuelve negro.

 

Despierto, la luz ahora está muy tenue. Hace frío. Recuerdo el trozo de papel pero la ventana esta vez estaba abierta. Busco por el suelo, no lo encuentro. Me rindo de buscar tras unos minutos, me visto y salgo afuera. Camino por los alrededores buscando el rio. Me detengo en el mismo lugar. Pienso en él…

Deslizando la mirada al suelo, encuentro entre las hojas el trozo de papel.

“ ¿Como llegaste aquí? Digo en voz alta. Me inclino a verlo, desenrollo y leo.

 

En tus sueños”

 

©C. Feliciano-Avilés, 2014

Morí despierto

Me detuve.

Mis palpitaciones se hacían menos ruidosas, mis ojos no parpadeaban, apenas respiraba, no me encontraba. Me arropó un silencio espantoso frente a las manecillas de un reloj roto. Rendí mis pensamientos ante la enaltecida presencia de un miedo atroz que amenazaba con destruir mi alma. Tras un relámpago, despierto sólo para atreverme a soñar. Te veo y lloro sin lágrimas. Lloro las noches que no te veo, los días que desapareciste, los besos que me abandonaron, las caricias de noche que tanto ansío y todas las oportunidades que ya jamás tendré. Se enferma mi espíritu y en mi desesperada búsqueda de aliento emerjo de entre las dudas . Encuentro pedazos de un corazón reventado, lo beso… lo abrazo y lo conservo. Es todo lo que tengo.

 

Avanzaron los días, las mañanas frías, los vientos húmedos y las noches vacías… sin mi. Reticentes palabras me enlazaron en un desahogo esperanzado. Cubrí con recelo el corazón que tiempo después latió.

 

Cuando la independencia me acogió en sus brazos comencé a ver con claridad y descubrí que pensarte es un detonante a la tristeza indomable que lastima el corazón que tanto cuidé. Entendí que desenmascarar mis emociones provoca tormentas estrepitosas que no me dejan dormir. Eres ahora un entumecido recuerdo que cambió. Fuiste tú el aura de mi vida y en mi exasperación por re encontrarte recibí pedazos de miel en jaula.

 

Mis dedos encuentran movimiento. Siento moverme. Me miro y ya mi piel estaba arrugada.

 

©C. Feliciano-Avilés, 2014