Fotografía: Macala Elliott
Mi cuerpo… tirado en el suelo, espera el crepúsculo que guarda todos mis secretos, con la esperanza de destruirlos. Permanezco sin poder mover mis pies ni mis manos. Se congelan mis dedos entre el caos y tempestad que despierta todos mis demonios. Cantan a mi lado nuestra canción y veo como sangran mis llagas. Un bloque de concreto cae sobre mi regazo, cortando el poco aire que queda y siento morir. Miro hacía el cielo y encuentro en mis remotos recuerdos tu mirada. La agonía me baña en llamas ardientes y no consigo mi voz. Entonces me percato de que me mataste en vida.
©C. Feliciano-Avilés, 2018
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