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Chocando con la misma Piedra
¿Cuantos años han transcurrido desde que choco con la misma piedra? Pareciera que me gusta, que soy masoquista. La verdad es que las batallas internas que se dan día a día en mi cabeza son dignas de una derrota desastrosa.
Veras…
Cuando la neblina se hace tangible, cuando ya no se siente el agua fluir de los ríos, el sol abrazando tu piel, las noches estrelladas o el sonido de la naturaleza en armonía… te percatas de que estas perdido. No me queda más que seguir luchando… o al menos eso pensé hasta el día que me detuve.
Me encontraba tan vulnerable y herida, que viejas cicatrices indujeron una catarsis en todo mi cuerpo. Justo y preciso el momento, en el que caí en mi más profundo enigma, estaba yo tratando de no olvidar como respirar. Exploté en mil pedazos y mi rostro yacía incrustado en esa enorme piedra. Me despegué cuidadosamente, recogiendo del suelo las lágrimas que me pertenecían. Me senté y observé en silencio. No tenía fuerzas ni siquiera para pensar.
Entonces comprendí… que la gente es como es y no como deberían ser. Entendí que el miedo a un futuro es sufrir a manos de un fantasma. Y sobre todas las cosas, supe en ese momento que nunca, realmente estoy en control de nada… Me tiré al suelo y flui. Imaginé ser el agua que corre desde los ríos y termina en los mares… Imaginé ser el viento fresco que viaja desde las montañas a los llanos. Me levanté con yagas en mis rodillas, las miré por un momento, le di la espalda a la enorme piedra y caminé en dirección contraria.
«Adiós, piedra»
©C. Feliciano-Avilés, 2016
Hermoso!
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Justo lo que hablamos hoy. Me he identificado con este escrito como no tienes idea. Gracias!
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Exacto, es asi…
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